Prosaicos

         Las montañas de Maralla cortan el cielo como si fueran las afiladas fauces de una bestia astronómicamente grande. Son oscuras, húmedas y hacia el norte se convierten en una larga serie de volcanes, cada vez más violentos y llenos de humo. Hacia el sur, en una época lejana, solía alzarse un gran castillo y un famoso Templo a Jordana, ambos ahora caen derruidos, culpa del ser que duerme en una de las cuevas del norte.    Solía tener un nombre real en una época, cuando aún le preocupaban esas cosas, pero hacía milenios que lo había olvidado. El único que lo recordaba era un s

Pasos. Cabello flotando en el aire nocturno. Una puerta que se abre y una habitación que respira soltando una vaharada de humo blanco. Gritos y gemidos mezclándose entre el aroma denso del opio. Alguien vomitando en el cuarto de atrás. Ruidos de tacones altos en un suelo de linóleo. Tac, tac, tac. Ella entra en escena, rodeada de un aura de peligro y poder. Ropa negra cubre cuerpo perfecto, melena oscura captura la escasa luz, ojos desdeñosos se pasean por los rincones repletos de yonquis que reptan buscando aferrarse a sus largas piernas. Ella los aparta con un simple toque con la punta del zapato y ellos vuelven ar

Nunca Ganaremos el mundial -Sabias que mi padre era futbolista, tenía 23 años y ya era un gran estrella de los estadios, tenia contratos para salir al extranjero y era campeón en un mundial- -No, ni enterada, ¿que paso porque dejo de jugar? -Un domingo jugando una final de un campeonato, falló un tiro, porque un fanático de el equipo contrario le arrojo una botella de plástico, haciendo que fallara el tiro y con ello la oportunidad de ganar. Una hora más tarde un fanático loco, le disparo 4 balas, que lo dejaron en coma un mes, después de eso no despertó jamás, murió, porque

He sido una esclava. ¿Quién ha dicho que la esclavitud ya no existe en esta sociedad tan avanzada?, sí que existe, pero de forma distinta, oculta tras convenciones sociales, normas y reglas que deben cumplirse, obediencia a las instituciones y a una iglesia desfasada y antigua… y en mi caso, bajo el poder de un marido celoso y posesivo. Han sido 10 años de mentiras, manipulaciones, burlas e infidelidades, de sentirme sola e inservible, casi un deshecho humano que vive atemorizada por los gritos y los golpes de la mano de un amo que se supone que la quiere. Totalmente anulada como persona, sin decisiones ni voluntad

El veintisiete de marzo del año siguiente, las primeras planas de todos los periódicos se llenaron con la noticia del atentado en Venara, en la costa oeste, se sospechaba que la banda de Elzay "Averno" Welver era la culpable. Se armó mucho jaleo, la población estaba aterrada y no era para menos, el ataque, perpetrado mediante una maldición de tipo expansivo, se había cobrado la vida de seiscientas trece personas. Fran examinaba las páginas hasta la última palabra en busca de la participación de los FOBOS en el asunto, ¿qué ha pasado con ellos, no habían hecho nada para impedirlo? Tar

La primera vez que Fran vio a Mariam tenían los dos doce y no fue un amor a primera vista, ni mucho menos. Ella era nueva en la ciudad y en la escuela, sus padres se habían trasladado por trabajo, aunque en seguida corrió el rumor de que había sido por culpa de la hija, que en realidad habían huido. Mariam acabó sentada dos pupitres por delante de él, parecía una chica normal, menuda y delgada, de grandes ojos color miel siempre soñadores, pelo dorado y ondulado. Tenía sonrisas tímidas para todos, pero nunca jugaba con nadie, en los recreos permanecía sentada en un rincón, mano

        Orobos estaba cansado, la espada en su mano pesaba más que nunca y el escudo yacía, partido, muy lejos de él. No era la primera vez que esto sucedía y eso, tal vez, era lo peor. Sus músculos, brillantes por los aceites untados, aunque bien marcados y llamativos ya estaban viejos, sus brazos, con demasiadas cicatrices, temblaban de vez en cuando y su cara estaba cubierta de un rojo barro, mitad arena y mitad sangre que caía de una herida en su cabeza.        Sin embargo no podía bajar la guardia, tres jóvenes gladiadores lo rodeaban y lo azuzaban con sus lanzas, sus picas y espadas.        -

Esto es justo, pensó Corso mientras golpeaba sin previo aviso la cara de ese hijo de puta, tal vez incluso necesario. Jorge dio dos tambaleantes pasos atrás, mientras su sistema nervioso trabajaba a todo trapo para intentar entender a qué había venido ese golpe. Se palpó la boca y notó un fino reguero de sangre deslizándose suavemente desde su labio hasta el mentón y una oleada de ira ciega lo invadió desde lo más primitivo de su cerebro. Sin embargo, consiguió controlarse justo cuando iba a lanzar un demoledor golpe sobre su adversario. Se conocían desde hacía mucho y si le h